8.07.2013

Leer para empezar el sueño



Ahora estamos leyendo Las Noches Árabes, alias Las Mil y una noches. Es un viejo ejercicio de lectura justo antes de dormir, ya lo he reseñado antes.
Lo que se lee no puede ser cualquier cosa, porque uno necesariamente se va a meter en el sueño, y no puede tratarse de cosas muy lejanas a la imaginación. Tiene que haber suficiente material y colores como para deslizarse al océano incalificable, el embarcadero sin rumbo. Y uno se va para allá así, inocente. Cuanto más inocente vaya mejor será la recompensa.
“He llegado a saber, ¡oh rey afortunado!”
Muchas imágenes, incontables historias y variados poemas. Imaginarse las pedrerías que adornan la ropa del príncipe Diadema, vestido sólo para conquistar el corazón de la princesa Donia, así, de un solo vistazo,  porque no tendrá otra oportunidad, es un premio magnífico. La cara de ese muchacho arriesgado vale la vida.
No tener cómo verificar, archivar y conservar los sueños que esas palabras generan, también vale la vida. Al menos es un tesoro como un montón de arena deslizándose por un agujero. O lloramos o disfrutamos ese paso lento y armonioso.


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